Érase una vez una pareja que tenía una hija. La mujer murió poco después del parto y la niña fue
criada por el padre. Cuando la niña creció, el padre le dijo: “¡Hija mía, quiero casarme
contigo!”, pero la chica respondió: “Eso no es bueno. Seremos descubiertos por los otros,
porque en el mundo no se pueden guardar secretos”.
“Eso quiero ver, si realmente no hay secretos en el mundo“, dijo el padre. Fue a buscar arroz, llenó
una olla y lo cocinó. Después, llevó la olla al matorral y la enterró. Nadie sabía que tenía
enterrada en el matorral una olla llena de arroz, salvo él mismo y su hija.
Tiempo más tarde, aparecieron algunos hombres para cazar en el matorral. Ellos no sabían que en
el lugar donde estaban cazando, debajo de un árbol, estaba enterrada una olla llena de arroz.
Descubrieron, sorprendidos, que hormigas blancas que salían de la tierra junto a aquel árbol
transportaban granos de arroz. Enseguida empezaron a cavar, y encontraron una olla llena
de arroz cocido.
La hija, entonces, giró hacia el padre y dijo:
“¿Ves, papá? ¿No te lo había dicho, que en el mundo no se pueden guardar secretos?”.
Leyenda de Mozambique