viernes, 26 de octubre de 2012
In aspera veritas.
"In aspera veritas"; en español "En lo difícil está la verdad", no es una frase muy conocida, pero tiene mucho significado.
In aspera veritas en otras palabras quiere decir que en las situaciones o eventos más difíciles que se nos presenten es donde tendremos que dar todo nuestro esfuerzo, se nos será complicado muchas veces, pero esos retos son los que nos harán encontrar la verdad en nosotros (como somos) y a la vez creceremos como persona y seremos mejores; es cierto que nada en la vida es fácil y que todo requiere un esfuerzo, por lo que esta frase siempre estará con nosotros.
Luchando día a día, encontraremos cosas que ni imaginábamos de nosotros: habilidades, virtudes, fortalezas, entre otros; así que, ¡SUPERÉMONOS Y SALGAMOS ADELANTE!
miércoles, 24 de octubre de 2012
¿Cómo podemos estar seguros que la vida entera no es un sueño?
Ésta es una de las preguntas más importantes que se planteó el famoso filósofo Descartes.
"Jeppe en la Montaña creía que simplemente había soñado que había dormido en la cama de un barón. Y cuando estaba acostado en la cama del barón, creía que su vida de campesino pobre sólo había sido un sueño."
Muchos filósofos anteriores a Descartes dejaron de reflexionar gracias a esta pregunta; sin embargo, Descartes intentó seguir trabajando precisamente a partir de ese punto cero. Había llegado a la conclusión que estaba dudando de todo y que eso es lo único de lo que podía estar seguro. Entonces se le ocurrió algo. De algo sí podía estar totalmente seguro a pesar de todo: que duda.
Pero, si duda, también tiene que ser seguro que piensa, y puesto que piensa tiene que ser seguro que es un sujeto que piensa.
De ahí el origen de su expresión: "Cogito, ergo sum." (Pienso, luego existo).
Fuentes: "El mundo de Sofía" - Jostein Gaarder.
miércoles, 10 de octubre de 2012
El Sauce.
"Seamos naturales y estemos tensos, si; pero tensos como una estrella, como el árbol, como el agua, como el viento, entonces nuestra tensión será fértil punto de creación de vibraciones que se concretarán en bienes en este mundo y el otro; para nosotros y para los demás". (Jorge Angel Livraga)
Aprendamos de el sauce; cuando es invierno y la nieve cae en sus ramas, éstas por el peso empiezan a doblarse tanto hacia el suelo que dejan la nieve caer, entonces estas ramas vuelven a su posición actual (vuelven a subir). Pero, ¿Esto que tiene que ver con nosotros?; pues la respuesta es muy simple: Se podría decir que la nieve es un problema, algún hecho negativo que nos pasa o mismo la muerte que nos aplasta o puede aplastar por un tiempo, sin embargo como podemos ver estos hechos negativos tienen un fin y la vida vuelve a su estado normal o vuelve a renacer.
"Al final, todo va a acabar bien, y si no acaba bien es que aún no es el final".
sábado, 6 de octubre de 2012
Aprender a servir.
Un mecánico industrial es contratado en Latinoamérica por una empresa de automóviles alemana que lo lleva a formarse a la casa central de la compañía.
Alrededor de la fábrica existe un gran estacionamiento con plazas suficientes para que todos los trabajdores puedan llegar a la planta con su propio automóvil.
Durante las dos primeras semana, ya que el extranjero no tenía vehículo, el gerente del área de motores pasaba a recogerlo por su casa y lo llevaba a la fábrica. Al final de la jornada lo regresaba a su casa.
Quizá por un exceso de celo en el trabajo, el gerente siempre llegada a la planta bastante antes que sonara la sirena de inicio de jornada.
Todas las mañanas encontraban el estacionamiento casi vacío, pero el gerente dejaba siempre su carro al fondo, bastante lejos de la entrada del personal.
Un día el operario le dijo al gerente:
-Si llegamos temprano, casi antes que nadie, y el estacionamiento está vacío, no entiendo por qué dejas el carro... tan lejos de la puerta de entrada a la planta de producción.
El gerente le contesta:
-Esto es algo que me enseñó mi primer jefe al poco tiempo de ingresar en la fábrica. Los que llegamos temprano tenemos el tiempo de sobra para caminar un poco, pero los que llegan más tarde tienen prisa: necesitan más que nosotros encontrar estacionamiento cerca de la puerta porque sólo así llegarán a su hora al trabajo...
Alrededor de la fábrica existe un gran estacionamiento con plazas suficientes para que todos los trabajdores puedan llegar a la planta con su propio automóvil.
Durante las dos primeras semana, ya que el extranjero no tenía vehículo, el gerente del área de motores pasaba a recogerlo por su casa y lo llevaba a la fábrica. Al final de la jornada lo regresaba a su casa.
Quizá por un exceso de celo en el trabajo, el gerente siempre llegada a la planta bastante antes que sonara la sirena de inicio de jornada.
Todas las mañanas encontraban el estacionamiento casi vacío, pero el gerente dejaba siempre su carro al fondo, bastante lejos de la entrada del personal.
Un día el operario le dijo al gerente:
-Si llegamos temprano, casi antes que nadie, y el estacionamiento está vacío, no entiendo por qué dejas el carro... tan lejos de la puerta de entrada a la planta de producción.
El gerente le contesta:
-Esto es algo que me enseñó mi primer jefe al poco tiempo de ingresar en la fábrica. Los que llegamos temprano tenemos el tiempo de sobra para caminar un poco, pero los que llegan más tarde tienen prisa: necesitan más que nosotros encontrar estacionamiento cerca de la puerta porque sólo así llegarán a su hora al trabajo...
miércoles, 3 de octubre de 2012
Ser "YO".
En un lejano pueblo de algún lugar de Oriente, vivía el más importante e influyente sacerdote de aquellos tiempos, un hombre simple de una sabiduría nunca vista y una sensibilidad poco común.
Cierto día, llegó al monasterio donde vivía una invitación para ir a cenar a la casa del más rico de los hombres del reino. El sacerdote, que casi nunca salía de sus habitaciones, decidió que no podía seguir siendo descortés con su anfitrión y aceptó la invitación.
El día previsto para la cena, a pesar de la tormenta que se avecinaba, decidió montar en su carruaje y conducir hasta la mansión del hombre rico.
Unos quinientos metros antes de llegar a la casa, un trueno asustó a su caballo y un brusco relámpago lo hizo alzarse a dos patas, arrojando el carruaje a una zanja y al sacerdote con él.
El hombre se incorporó como pudo y se ocupó de calmar al animal, acariciándole el lomo y hablándole suavemente en la oreja. Luego se miró. Estaba sucio desde la punta de los pies hasta el último de los cabellos. El fango, la mugre y las hojas sucias y hediondas se habían pegado a su ropa y sus manos.
Como estaba mucho más cerca de su destino que del monasterio, decidió ir allí y pedir algo de ropa para cambiarse.
Cuando golpeó la puerta de la mansión, un pulcro mayordomo abrió y, al verlo con ese aspecto, le gritó:
-¿Qué haces aquí, pordiosero? ¿Cómo te atreves a golpear la puerta?
-Yo vengo... por la comida de hoy - respondió el sacerdote.
-Vaya poca vergüenza - dijo el mayordomo -. Las sobras estarán recién mañana, y si algo queda, cosa que dudo, debes pedirlo por la puerta de servicio. ¿Comprendes?
-Usted no me comprende - intentó explicar el visitante -. Es que yo no vengo por las sobras...
-Ahhh - se burló el mayordomo -. ¿No pretenderás pasar a sentarte a la mesa de los señores?
-Bueno... justamente...
No llegó a terminar la frase.
El dueño de la casa apareció a preguntarle a su mayordomo qué estaba pasando.
-Nada importante, patrón; es sólo que este mendigo pretender que le dé las sobras de la comida antes que se haya servido la cena... Le he dicho que se retire, pero insiste en su reclamo.
-Pues que se retire inmediatamente... Mira cómo está ensuciando la entrada... Qué horror... Justo hoy. Llama a la guardia y, si no se va, ¡que suelten los perros!
A empellones y patadas echaron al pobre sacerdote a la calla, amenzado por una decena de perros que ladraban mostrando sus afilados dientes.
Como pudo, el hombre trepó al carro y regresó al monasterio.
Una vez en su cuarto, después de lavarse las manos y la cara, se dirigió a su armario y sacó de allí una lujosa capa de oro y plata que le había regalado un año atrás justamente el dueño de la casa de la que lo habían echado.
Enfundado en la prenda, volvió a subirse al carro y esta vez llegó sin contratiempos a su destino.
Volvió a golpear y el mismo mayordomo le abrió la puerta.
Esta vez le hizo pasar con una reverencia.
El dueño de la casa se acercó y saludó inclinando la cabeza.
-Excelencia - le dijo -, ya estaba pensando que no vendría... ¿Podemos pasar? Los demás nos esperan...
-Claro - dijo el recién llegado.
Todos se pusieron de pie al verlo entrar y no se sentaron hasta que el hombre de la imponente capa tomó asiento, a la derecha del anfitrión.
Sirvieron el primer plato. Una especie de cocido en caldo que, a primera vista, parecía muy apetitoso.
Se hizo una pausa y todas las miradas se posaron en el sacerdote, quien en lugar de decir una oración o empezar a comer, como todos esperaban, estiró la mano por debajo de la mesa y, tomando la punta de su lujosa capa entre los dedos, comenzó a mojarla en el caldo.
En un silencio inquietante, el sacerdote le hablaba a su capa diciéndole:
-Prueba la comida, mi amor... Mira que lindo caldito... Mira esta papita... ¿Y esta carne?... Come, mi amor...
El dueño de la casa, después de mirar para todos lados buscando una respuesta al comportamiento de su huésped, se animó a preguntar:
-¿Pasa algo, excelencia?
-¿Pasar?... - dijo el sacerdote -. No. No pasa nada. Pero esta cena nunca fue para mí. Está claro que la invitada es esta capa... Cuando llegué sin ella hace un rato, me echaron a patadas.
Moraleja: Muchas veces las personas no nos aceptan por como sabemos realmente, sólo nos aceptan cuando llevamos el disfraz que les agrada, lo cual implica no ser nosotros mismos.
lunes, 1 de octubre de 2012
El apego.
Un náufrago que había salvado su vida aferrándose a un madera después que su embarcación se hundiera, vivía en solitario en una isla desierta. Después de muchos años de silencio y penurias, una mañana vio cómo el mar traía hasta su playa una lámpara brillante y misteriosa. Dicen que el hombre, sin dudarlo, frotó la lámpara y un genio apareció.
-Voy a concederte dos deseos - dijo el genio -: uno por rescatarme del mar; otro, por liberarme de mi encierro.
El hombre pensó en lo que había soñado durante todos esos años en la isla...
-Quiero tener una botella de cerveza inagotable, irrompible y eterna.
-Eso es fácil - dijo el genio -. Concedido.
Una pequeña nube apareció a los pies del náufrago y, dentro de ella, una botella de cerveza.
El hombre bebió de ella con desesperación y lleno de deseo postergado.
Cuando terminó de dar el trago más largo de su vida, miró la botella y comprobó que seguía llena.
Rió a carcajadas y empezó a volcar la cerveza en la arena. El chorro del dorado líquido caía infinito en la playa, pero la botella no se vaciaba. Arrojó entonces su preciado tesoro contra una roca, pero el cristal no se rompió y la botella continuaba llena de cerveza hasta el borde.
El hombre dio otro trago interminable y se limpió la boca con la manga de su camisa.
-¿Cuál es tu segundo deseo? - preguntó el genio -. ¿Necesitas tiempo para pensarlo?
El náufrago era insaciable, y los insaciables son muy atractivos...
-No - dijo el hombre de la isla solitaria -. ¡Quiero tener otra botella igual!
Moraleja: Dejemos de apegarnos a algo o a alguien, ya que eso impedirá seguir adelante en la vida.
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