domingo, 23 de diciembre de 2012
Enseñanzas de Edipo.
Cuando Edipo nace le dicen una profecía. Esa profecía lo sabía su padre, que cuando el crezca iba a matar a su padre y se iba a casar con su madre, y Edipo sabía esta profecía y vivía desesperado para que no se cumpla y por ello es que se va de su casa, entonces nunca terminó de conocer bien ni a su padre ni a su madre porque siendo pequeño se fue.
Pasaron los años, Edipo se hizo grande y un día regresando a su tierra natal se cruza con un hombre y pensando que era un asaltante, lo mata. Resulta que esta persona era su padre pero Edipo no lo sabía y en ese camino donde mata a su padre sin saberlo, él se tiene que enfrentar a justamente con un personaje que era la Esfinge; se dice que era un ser monstruoso que cuando uno pasaba frente al mar, detenía a todos los caminantes y les planteaba un acertijo, una pregunta: "¿quién es el ser que en la mañana camina de cuatro patas, al mediodia en dos y al atardecer en tres?". El hombre. Porque el hombre cuando nace gatea, al mediodia de su vida camina en dos pies y cuando es anciano se apoya en un bastón.
En esa époce cuando uno no respondía el enigma de la esfinge entonces esta lo devoraba y lo destruía, por lo que el único que logró responder a este enigma fue Edipo.
Cuando la esfinge vio que alguien había respondido el acertijo se lanzó al mar, y según lo cuentan otras versiones, la esfinge se quedó sentada sobre sí misma que es la imagen que tenemos en el antiguo Egipto, cuando Edipo responde el enigma, entonces la esfinge se calma. Esto nos enseña que tal como la esfinge, la vida a veces nos plantea preguntas y no sabemos qué responder, pero algunas veces no sabemos qué hacer, por lo que hay que seguir adelante por lo que hay que responder para lograr vencer.
Entonces, al responder al enigma de la esfinge, Edipo siguió caminando y cuando llega a la ciudad, fue recibido con mucha algarabía porque resulta que aquel que podía dominar a la esfinge iba a tener la mano de la reina de la ciudad y resulta que la reina de la ciudad era su propia madre. Edipo no la conocía y se casa con ella, entonces se cumplió la profecía, mató a su padre y se casó con madre.
Al darse cuenta despues de mucho tiempo que se cumplió la profecía sufre mucho, y la historia cuenta que fue tanto su dolor que realiza un acto simbólico, se arranca los ojos; era tanto el dolor de lo que había vivido que se arranca los ojos y a partir de ese momento ya no ve con los ojos físicos sino con los ojos del alma.
Es un simbolismo porque en la literatura griega hay muchas cosas que lo dicen de una manera pero en verdad quieren decir otras, cuando se arranca los ojos físicos, significa que no va a ver lo que ve todo el mundo sino que va a tratar de ver el alma de las cosas. Por ejemplo: Cuando se va a una reunión o se está con alguien ¿qué es lo que vemos de una persona? Con los ojos físicos vemos su cuerpo, su cabello, su ropa. ¿Se puede ver lo que está sintiendo el otro? No podemos ver lo que está pensando y sin embargo lo que siente y piensa.
Fuentes: La sabiduría y búsqueda del sentido de la vida - Gonzalo Vela Ancí
viernes, 23 de noviembre de 2012
viernes, 9 de noviembre de 2012
El samurai y los tres gatos.
Un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato, robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de el. Entonces el samurai tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida mas que cuando este dormía. Un monje Zen del templo vecino presto entonces al samurai su gato: este tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en su casa. El gato se pasa el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentono de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato, visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapo y lo mató.
¡Poder del cuerpo, habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!
viernes, 26 de octubre de 2012
In aspera veritas.
"In aspera veritas"; en español "En lo difícil está la verdad", no es una frase muy conocida, pero tiene mucho significado.
In aspera veritas en otras palabras quiere decir que en las situaciones o eventos más difíciles que se nos presenten es donde tendremos que dar todo nuestro esfuerzo, se nos será complicado muchas veces, pero esos retos son los que nos harán encontrar la verdad en nosotros (como somos) y a la vez creceremos como persona y seremos mejores; es cierto que nada en la vida es fácil y que todo requiere un esfuerzo, por lo que esta frase siempre estará con nosotros.
Luchando día a día, encontraremos cosas que ni imaginábamos de nosotros: habilidades, virtudes, fortalezas, entre otros; así que, ¡SUPERÉMONOS Y SALGAMOS ADELANTE!
miércoles, 24 de octubre de 2012
¿Cómo podemos estar seguros que la vida entera no es un sueño?
Ésta es una de las preguntas más importantes que se planteó el famoso filósofo Descartes.
"Jeppe en la Montaña creía que simplemente había soñado que había dormido en la cama de un barón. Y cuando estaba acostado en la cama del barón, creía que su vida de campesino pobre sólo había sido un sueño."
Muchos filósofos anteriores a Descartes dejaron de reflexionar gracias a esta pregunta; sin embargo, Descartes intentó seguir trabajando precisamente a partir de ese punto cero. Había llegado a la conclusión que estaba dudando de todo y que eso es lo único de lo que podía estar seguro. Entonces se le ocurrió algo. De algo sí podía estar totalmente seguro a pesar de todo: que duda.
Pero, si duda, también tiene que ser seguro que piensa, y puesto que piensa tiene que ser seguro que es un sujeto que piensa.
De ahí el origen de su expresión: "Cogito, ergo sum." (Pienso, luego existo).
Fuentes: "El mundo de Sofía" - Jostein Gaarder.
miércoles, 10 de octubre de 2012
El Sauce.
"Seamos naturales y estemos tensos, si; pero tensos como una estrella, como el árbol, como el agua, como el viento, entonces nuestra tensión será fértil punto de creación de vibraciones que se concretarán en bienes en este mundo y el otro; para nosotros y para los demás". (Jorge Angel Livraga)
Aprendamos de el sauce; cuando es invierno y la nieve cae en sus ramas, éstas por el peso empiezan a doblarse tanto hacia el suelo que dejan la nieve caer, entonces estas ramas vuelven a su posición actual (vuelven a subir). Pero, ¿Esto que tiene que ver con nosotros?; pues la respuesta es muy simple: Se podría decir que la nieve es un problema, algún hecho negativo que nos pasa o mismo la muerte que nos aplasta o puede aplastar por un tiempo, sin embargo como podemos ver estos hechos negativos tienen un fin y la vida vuelve a su estado normal o vuelve a renacer.
"Al final, todo va a acabar bien, y si no acaba bien es que aún no es el final".
sábado, 6 de octubre de 2012
Aprender a servir.
Un mecánico industrial es contratado en Latinoamérica por una empresa de automóviles alemana que lo lleva a formarse a la casa central de la compañía.
Alrededor de la fábrica existe un gran estacionamiento con plazas suficientes para que todos los trabajdores puedan llegar a la planta con su propio automóvil.
Durante las dos primeras semana, ya que el extranjero no tenía vehículo, el gerente del área de motores pasaba a recogerlo por su casa y lo llevaba a la fábrica. Al final de la jornada lo regresaba a su casa.
Quizá por un exceso de celo en el trabajo, el gerente siempre llegada a la planta bastante antes que sonara la sirena de inicio de jornada.
Todas las mañanas encontraban el estacionamiento casi vacío, pero el gerente dejaba siempre su carro al fondo, bastante lejos de la entrada del personal.
Un día el operario le dijo al gerente:
-Si llegamos temprano, casi antes que nadie, y el estacionamiento está vacío, no entiendo por qué dejas el carro... tan lejos de la puerta de entrada a la planta de producción.
El gerente le contesta:
-Esto es algo que me enseñó mi primer jefe al poco tiempo de ingresar en la fábrica. Los que llegamos temprano tenemos el tiempo de sobra para caminar un poco, pero los que llegan más tarde tienen prisa: necesitan más que nosotros encontrar estacionamiento cerca de la puerta porque sólo así llegarán a su hora al trabajo...
Alrededor de la fábrica existe un gran estacionamiento con plazas suficientes para que todos los trabajdores puedan llegar a la planta con su propio automóvil.
Durante las dos primeras semana, ya que el extranjero no tenía vehículo, el gerente del área de motores pasaba a recogerlo por su casa y lo llevaba a la fábrica. Al final de la jornada lo regresaba a su casa.
Quizá por un exceso de celo en el trabajo, el gerente siempre llegada a la planta bastante antes que sonara la sirena de inicio de jornada.
Todas las mañanas encontraban el estacionamiento casi vacío, pero el gerente dejaba siempre su carro al fondo, bastante lejos de la entrada del personal.
Un día el operario le dijo al gerente:
-Si llegamos temprano, casi antes que nadie, y el estacionamiento está vacío, no entiendo por qué dejas el carro... tan lejos de la puerta de entrada a la planta de producción.
El gerente le contesta:
-Esto es algo que me enseñó mi primer jefe al poco tiempo de ingresar en la fábrica. Los que llegamos temprano tenemos el tiempo de sobra para caminar un poco, pero los que llegan más tarde tienen prisa: necesitan más que nosotros encontrar estacionamiento cerca de la puerta porque sólo así llegarán a su hora al trabajo...
miércoles, 3 de octubre de 2012
Ser "YO".
En un lejano pueblo de algún lugar de Oriente, vivía el más importante e influyente sacerdote de aquellos tiempos, un hombre simple de una sabiduría nunca vista y una sensibilidad poco común.
Cierto día, llegó al monasterio donde vivía una invitación para ir a cenar a la casa del más rico de los hombres del reino. El sacerdote, que casi nunca salía de sus habitaciones, decidió que no podía seguir siendo descortés con su anfitrión y aceptó la invitación.
El día previsto para la cena, a pesar de la tormenta que se avecinaba, decidió montar en su carruaje y conducir hasta la mansión del hombre rico.
Unos quinientos metros antes de llegar a la casa, un trueno asustó a su caballo y un brusco relámpago lo hizo alzarse a dos patas, arrojando el carruaje a una zanja y al sacerdote con él.
El hombre se incorporó como pudo y se ocupó de calmar al animal, acariciándole el lomo y hablándole suavemente en la oreja. Luego se miró. Estaba sucio desde la punta de los pies hasta el último de los cabellos. El fango, la mugre y las hojas sucias y hediondas se habían pegado a su ropa y sus manos.
Como estaba mucho más cerca de su destino que del monasterio, decidió ir allí y pedir algo de ropa para cambiarse.
Cuando golpeó la puerta de la mansión, un pulcro mayordomo abrió y, al verlo con ese aspecto, le gritó:
-¿Qué haces aquí, pordiosero? ¿Cómo te atreves a golpear la puerta?
-Yo vengo... por la comida de hoy - respondió el sacerdote.
-Vaya poca vergüenza - dijo el mayordomo -. Las sobras estarán recién mañana, y si algo queda, cosa que dudo, debes pedirlo por la puerta de servicio. ¿Comprendes?
-Usted no me comprende - intentó explicar el visitante -. Es que yo no vengo por las sobras...
-Ahhh - se burló el mayordomo -. ¿No pretenderás pasar a sentarte a la mesa de los señores?
-Bueno... justamente...
No llegó a terminar la frase.
El dueño de la casa apareció a preguntarle a su mayordomo qué estaba pasando.
-Nada importante, patrón; es sólo que este mendigo pretender que le dé las sobras de la comida antes que se haya servido la cena... Le he dicho que se retire, pero insiste en su reclamo.
-Pues que se retire inmediatamente... Mira cómo está ensuciando la entrada... Qué horror... Justo hoy. Llama a la guardia y, si no se va, ¡que suelten los perros!
A empellones y patadas echaron al pobre sacerdote a la calla, amenzado por una decena de perros que ladraban mostrando sus afilados dientes.
Como pudo, el hombre trepó al carro y regresó al monasterio.
Una vez en su cuarto, después de lavarse las manos y la cara, se dirigió a su armario y sacó de allí una lujosa capa de oro y plata que le había regalado un año atrás justamente el dueño de la casa de la que lo habían echado.
Enfundado en la prenda, volvió a subirse al carro y esta vez llegó sin contratiempos a su destino.
Volvió a golpear y el mismo mayordomo le abrió la puerta.
Esta vez le hizo pasar con una reverencia.
El dueño de la casa se acercó y saludó inclinando la cabeza.
-Excelencia - le dijo -, ya estaba pensando que no vendría... ¿Podemos pasar? Los demás nos esperan...
-Claro - dijo el recién llegado.
Todos se pusieron de pie al verlo entrar y no se sentaron hasta que el hombre de la imponente capa tomó asiento, a la derecha del anfitrión.
Sirvieron el primer plato. Una especie de cocido en caldo que, a primera vista, parecía muy apetitoso.
Se hizo una pausa y todas las miradas se posaron en el sacerdote, quien en lugar de decir una oración o empezar a comer, como todos esperaban, estiró la mano por debajo de la mesa y, tomando la punta de su lujosa capa entre los dedos, comenzó a mojarla en el caldo.
En un silencio inquietante, el sacerdote le hablaba a su capa diciéndole:
-Prueba la comida, mi amor... Mira que lindo caldito... Mira esta papita... ¿Y esta carne?... Come, mi amor...
El dueño de la casa, después de mirar para todos lados buscando una respuesta al comportamiento de su huésped, se animó a preguntar:
-¿Pasa algo, excelencia?
-¿Pasar?... - dijo el sacerdote -. No. No pasa nada. Pero esta cena nunca fue para mí. Está claro que la invitada es esta capa... Cuando llegué sin ella hace un rato, me echaron a patadas.
Moraleja: Muchas veces las personas no nos aceptan por como sabemos realmente, sólo nos aceptan cuando llevamos el disfraz que les agrada, lo cual implica no ser nosotros mismos.
lunes, 1 de octubre de 2012
El apego.
Un náufrago que había salvado su vida aferrándose a un madera después que su embarcación se hundiera, vivía en solitario en una isla desierta. Después de muchos años de silencio y penurias, una mañana vio cómo el mar traía hasta su playa una lámpara brillante y misteriosa. Dicen que el hombre, sin dudarlo, frotó la lámpara y un genio apareció.
-Voy a concederte dos deseos - dijo el genio -: uno por rescatarme del mar; otro, por liberarme de mi encierro.
El hombre pensó en lo que había soñado durante todos esos años en la isla...
-Quiero tener una botella de cerveza inagotable, irrompible y eterna.
-Eso es fácil - dijo el genio -. Concedido.
Una pequeña nube apareció a los pies del náufrago y, dentro de ella, una botella de cerveza.
El hombre bebió de ella con desesperación y lleno de deseo postergado.
Cuando terminó de dar el trago más largo de su vida, miró la botella y comprobó que seguía llena.
Rió a carcajadas y empezó a volcar la cerveza en la arena. El chorro del dorado líquido caía infinito en la playa, pero la botella no se vaciaba. Arrojó entonces su preciado tesoro contra una roca, pero el cristal no se rompió y la botella continuaba llena de cerveza hasta el borde.
El hombre dio otro trago interminable y se limpió la boca con la manga de su camisa.
-¿Cuál es tu segundo deseo? - preguntó el genio -. ¿Necesitas tiempo para pensarlo?
El náufrago era insaciable, y los insaciables son muy atractivos...
-No - dijo el hombre de la isla solitaria -. ¡Quiero tener otra botella igual!
Moraleja: Dejemos de apegarnos a algo o a alguien, ya que eso impedirá seguir adelante en la vida.
jueves, 27 de septiembre de 2012
Poema atribuido a Rimpoche.
Muchas veces tenemos mucho pero no lo sabemos aprovechar y queremos más pero al final no logramos satisfacernos, aquí un poema que encontré para que lo compartan con los seres que más quieren:
Construimos casas cada vez más grades...
y familias más pequeñas.
Gastamos más... pero tenemos menos.
Compramos más... pero lo disfrutamos menos.
Habitamos en edificios más altos...
con vidas poco profundas.
Vamos por autopistas más amplias...
con mentes cada vez más estrechas.
Tenemos más comodidades...
pero vivimos más incómodos.
Tenemos más conocimientos...
y menos sensatez.
Más expertos... y menos soluciones.
Más medicinas... y menos salud.
Son tiempos de comida rápida...
y de digestión lenta.
De casas fantásticas... con hogares rotos.
De enojarnos enseguida...
pero de perdonar lentamente.
De salir muy temprano...
y llegar siempre tarde.
Levantamos las banderas de la igualdad,
pero sostenemos los prejuicios.
Tenemos la agenda llena
de teléfonos de amigos
a los que nunca llamamos...
Y los estantes de nuestra biblioteca
repletos de libros,
que jamás leeremos...
Nos ganamos la vida,
pero no sabemos cómo vivirla.
Poseemos cada vez más cosas,
y desperdiciamos casi todas.
Fuentes: Jorge Bucay - Llegar a la cima y seguir subiendo.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
No olvidar.
Una de las escenas más impresionantes de la antigua Roma era el momento en que algún general victorioso entraba triunfante en la ciudad de los césares.
Para que la capital le prodigiara el recibimiento más glorioso debían cumplirse dos condiciones: la primera, que el general hubiese vencido en una guerra justa (el bellum iustum); la segunda, que en el enfrentamiento hubiesen muerto, como mínimo, cinco mil enemigos.
Las tropasque iban a participar en la marche se organizaban en el Campo de Marte, desde donde, en desfile procesional, entraban a Roma por el Arco del Triunfo. Después de recorrer la Vía Sacra, llegaban hasta el Capitolio y rendían homenaje a Júpiter. Allí, a los pies del césar, las tropas victoriosas mostraban al pueblo los tesoros traídos de las tierras conquistadas y la larga fila de prisioneros capturados.
Ese día, Roma se llenaba de algarabía y euforia.
Las guirnaldas y las flores eran poco para felicitar al ejército victorioso.
El desfile triunfal, de hecho, era un premio en sí mismo, ya que en lo cotidiano no se permitía a los militares pasear por la ciudad.
Pero el homenaje tenía su centro en la persona del general victorioso, que era coronado con laurel y vestido con una túnica tachonada en oro. Se lo recibía como si fuera un dios, hasta tal punto que durante ese día su popularidad y su poder hacían sombra a las del propio emperador.
Seguramente por eso, Julio César, quizá temeroso que alguno de sus héroes quisiera disputarle sus espacios de poder, y para que el general no olvidara que esa situación era transitoria, ordenaba que detrás del héroe, y casi pegado a su espalda, desfilara siempre un esclavo que, alzando por encima de su cabeza la corona de Júpiter Capitolino, iba susurrando al oído del general: Respice post te, hominen te esse memento. (Mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre).
martes, 25 de septiembre de 2012
La montaña sagrada.
Nube Roja, el famoso jefe de la tribu, llamó un día ante sí a sus tres hijos.
Se estaba haciendo viejo y tenía que elegir a su sucesor. Una tribu no puede tener tres jefes. Si algo le pasara, uno de ellos debería ser el que lo sucediera y era su responsabilidad decidir quien.
-Hijos míos- les dijo cuando se presentaron ante él-, os he pedido que vengáis para elegir entre vosotros a mi sucesor. Para poder hacer la mejor elección, he decidido poneros una prueba. Se trata de escalar la Montaña Sagrada, la gran roca, la que nadie ha conseguido derrotar aún. El que primero lo logre será el elegido.
El desafio quedó establecido y lo hijos aceptaron el reto de su padre, más por el respeto que por ambición.
Una semana después, en el día de la Luna nueva, la noche de los mejores auspicios, los tres jóvenes empezaron a escalar con muchas ganas y con una ilusión de vencer a la montaña.
Pero uno primero y otros después, los tres regresaron derrotados.
La subida era imposible. Uno a uno, los jóvenes se presentaron ante su padre para admitir su fracaso.
Frente al tercero, el jefe dejó escapar su decepción:
-Veo que la Montaña Sagrada también ha podido contigo...
-Sí y lo siento, padre, pero es la verdad. Por el momento La Roca me ha vencido...
-¿Por el momento? Deduzco que estuviste muy cerca de conseguirlo. ¿Es así? - preguntó el cacique.
-No... ni siquiera llegué a la mitad de su ladera- dijo el que sería más tarde el jefe de la tribu-, pero sé que ella ya alcanzó su tamaño final y yo... todavía estoy creciendo.
Moraleja: Muchas veces si no podemos lograr o realizar algo, solo hay que esperar tiempo, no quiere decir que nos estemos rindiendo, sino que hay que esperar un tiempo para crecer, no solo físicamente, sino también espiritualmente.
lunes, 24 de septiembre de 2012
El anciano y el secreto.
Había una vez un hombre que buscaba a un maestro que hubiera alcanzado el secreto de la verdad suprema.
Había tomado clases con un centenar de maestros y visitado a otros tantos iluminados, había leído miles de libros y recorrido decenas de lugares llenos de historia, pero al final, pasado el tiempo de la fascinación inicial, siempre terminaba decepcionado y desilusionado.
Un día oyó decir que en un lugar muy lejano, en medio del desierto, se encontraba un anciano del que se afirmaban tres cosas: que había alcanzado el secreto último, que ya no aceptaba discípulos y que era difícil hacerle cambiar de idea.
Era todo un desafío, porque ni siquiera sabía exactamente dónde encontrarlo, pero después del camino recorrido, nada podía frenarlo, especialmente porque un extraño presentimiento le decía que ése era el maestro que había estado buscando durante tanto tiempo.
El hombre dejó todo lo que había y viajó hacia el desierto.
Le costó todo un año de penurias localizar el lugar exacto...
Muchas veces se había sentido cansado, harto de tanto trajín y casi dispuesto a abandonar la búsqueda... lo frenaba la idea que era absurdo dejarlo en ese momento, convencido como estaba de tenerlo muy cerca...
Así que persistió, perseveró, y finalmente llegó hasta la cueva donde el anciano vivía.
El hombre había visto a muchos maestros, algunos verdaderos, otros falsos, pero éste... éste tenía algo que lo hacía especial... Estaba claro, era tan obvio... Este anciano tenía el secreto y se le notaba.
El maestro se hallaba sentado bajo un árbol, y la energía alrededor del árbol era tan inmenso, que el hombre se sintió inundado de ella.
Como embriagado, cayó a los pies del anciano y lo miró a los ojos... vio una profundidad como nunca había visto... y entonces le dijo:
- Vengo en busca del secreto último. ¿Puedes decírmelo?
- Es mucho lo que pides. ¿Qué tienes para dar a cambio?
- No tengo nada más que mi deseo de saber, lo he dejado todo para llegar hasta aquí... pero haré lo que me pidas... por favor...
El anciano permaneció en silencio y su mirada se perdió en el desierto. El recién llegado no se atrevió a decir nada y se quedó a su lado durante más de una hora.
- Te daré la misma oportunidad que me dió mi propio maestro - dijo el anciano al fin -. Durante tres años deberás permanecer en silencio a mi servicio, sin pronunciar ni una sola palabra... Si consigues esto, quizá pueda decirte el secreto que me reveló mi maestro, porque el secreto, para ser tal, tiene que mantenerse secreto. Si puedes permanecer en absoluto silenciotodo ese tiempo, será la indicación que eres capaz de guardar algo dentro de ti.
El hombre aceptó el trato. Era evidente que cualquier sacrificio estaba justificado para conseguir accader por fin a la verdad última de las cosas...
Aquellos tres años fueron verdaderamente largos, casi como tres vidas... El desierto, nadie más por allí, solo el anciano, y el silencio...
El silencio del desierto, el silencio del anciano, y los tres años.
Pareció como si hubieran pasado muchos, muchísimos años, pero solo pasaron los tres años.
Entonces el hombre dijo:
- Maestro, ya han pasado los tres años. ¿Me dirás el secreto?
El anciano contestó:
- Como me dijo mi maestro, primero debería convencerme que entiendes el verdadero valor de un secreto. Se necesaita una promesa absoluta y una lealtad poco usual para honrar un secreto tan valioso como éste.
El hombre dijo:
- ¡Lo entiendo! Te lo juro. Prometo ante Dios, con todo mi corazón, que nunca revelaré este secreto a nadie. Créeme.
El anciano comenzó a reír y le dijo:
- Eso está bien. Te creo.
Y siguió riendo y riendo hasta que su discípulo volvió a preguntar:
-¿Y el secreto?¿Cuándo me dirás el secreto?
- Nunca... - dijo el maestro.
- Pero no comprendo... Dijiste que me revelarías el secreto, como lo hizo tu maestro contigo...
- Sí. Y eso haré. igual que él hizo conmigo - dijo el anciano -. Pero piensa: si tú puedes guardar un secreto de por vida, ¿por qué piensas que yo no voy a ser capaz de hacerlo? No puedo reverlarte el secreto: primero, porque prometí no hacerlo, y segundo, porque mi maestro también era leal a su juramento, y nunca me lo dijo. Cuando después de trabajar en silencio durante tres años, llegó el día... yo estaba tan feliz... había llegado el momento. "¿Cuál es el secreto?", le pregunté. Mi maestro se rió de la misma manera que yo me he reído, y dijo: "Si es cierto que tú puedes guardar un secreto, y estos tres años han demostrado que así es, ¿cómo es que piensas que yo no voy a poder hacerlo?".
El discípulo bajó la cabeza y se marchó.
Pero su viaje y su sacrificio no había sido en vano. La luz que había percibido en el anciano lo acompañó desde entonces.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
El esclavo.
¿Tú, de qué eres esclavo?
¿De las heridas que recibiste cuando eras pequeño?,
¿De tus traumas de la infancia?,
¿De lo que alguien más decidió que fueras?,
¿De una relación que no te satisface?,
¿De un trabajo que no disfrutas?,
¿De la rutina de tu vida?
¡Ya libérate! ¡Tira
ya ese costal que llevas en la espalda en el guardas el resentimiento, el rencor y la culpa. Deja ya
de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha bien en tu vida. Cada día
tienes la oportunidad de empezar otra vez. Cada mañana, al
abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para cambiar lo que no
te gusta y para mejorar tu vida. La
responsabilidad es toda tuya. Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja,
de tus amigos, de tu pasado, depende solo de ti.
¿Qué es lo que
te tiene paralizado?,
¿El miedo al
rechazo?,
¿Al éxito?,
¿Al fracaso?,
¿Al que dirán?,
¿A la
crítica?,
¿A cometer
errores?,
¿A estar solo?
¡Rompe
ya las cadenas que tu mismo te has impuesto! A lo único que le debes tener
miedo es a no ser tú mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que quieres, a desaprovechar
esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas, de compartir lo
que tienes. Tú eres parte de la vida y como todos, puedes caminar con la frente
en alto.
Los errores
del pasado ya han sido olvidados y los errores del futuro serán perdonados.
Date cuenta de que nadie lleva un registro de tus faltas, solo tú mismo. Ese
juez que te reprocha, ese verdugo que te castiga, ese mal amigo que siempre te
critica, ¡eres tú mismo! Ya déjate en paz, ya perdónate, sólo tú puedes
lograrlo.
¿Cuándo vas a
demostrar tu amor a tus seres queridos?,
¿Cuándo te
queden unos minutos de vida?,
¿Cuándo les
queden a ellos unos minutos de vida?
El amor que no
demuestres hoy, se perderá para siempre. Recuerda que la vida es tan corta y
tan frágil que no tenemos tiempo que perder en rencores y estúpidas
discusiones.
Hoy es el día de perdonar las ofensas del
pasado y de arreglar las viejas rencillas.
Entrégate a
los que amas sin esperar cambiarlos, acéptalos tal como son y respeta el don
más valioso que han recibido:
Su
libertad.
Disfruta de
tus relaciones sin hacer dramas. Si pretendes que todos hagan lo que tú quieres
o que sean como tú has decidido, si pretendes controlar a los que te rodean,
llenarás tu vida de conflicto. Permite a otros
que tomen sus propias decisiones como has de tomar las tuyas, tratando
siempre de lograr lo que es mejor para todos. Así podrás llenar tu vida de
armonía.
Y por último:
¿Qué estás
esperando para empezar a disfrutar de tu vida?
¿Que se
arreglen todos tus problemas?,
¿Que se te
quiten todos tus traumas?,
¿Que por fin
alguien reconozca tu valía?,
¿Que llegue el
amor de tu vida?,
¿Que regrese
el se fue?,
¿Que todo te salga
como tú quieres?,
¿Que se acabe
la crisis económica?,
¿Que te suceda
un milagro?,
¿Que por arte
de magia todo sea hermoso y perfecto?
¡Despierta!, ¡Despierta ya!, ¡Esta es la vida!
La vida no es
lo que sucede cuando todos tus planes se cumplen, ni lo que pasará cuado tengas
eso que tanto deseas. La vida es lo que está pasando en este preciso instante.
Tú vida en este momento es leer este párrafo, donde quiera que lo estés
haciendo y con las circunstancias que te rodean ahora. En este momento tu
corazón lleva sangre a todas las células de tu cuerpo y tus pulmones llevan
oxígeno a donde se necesita.
En este
momento algo que no podemos comprender, te mantiene vivo y te permite, ver,
pensar, expresarte, moverte, reír,
¡Hasta llorar
si quieres!
No te
acostumbres a la vida, no te acostumbres a despertar todos los días y estar
aburrido, o malhumorado, o preocupado. Abre tus ojos y agradece todas las
bendiciones que puedes ver, agradece tu capacidad de oír el canto de los
pájaros, tu música preferida, la risa de tus hijitos. Pon tus manos en tu pecho
y siente tu corazón latir con fuerza diciéndote:
“Estoy vivo,
estoy vivo, estoy vivo”.
Yo sé que la
vida no es perfecta, que está llena de situaciones difíciles.
Tal vez, así
es como se supone que sea.
Tal vez por
eso se te han brindado todas las herramientas que necesitas para enfrentarla:
Una gran
fortaleza que te
permite soportar las pérdidas, la libertad de elegir como reaccionar ante lo
que sucede, el amor y el apoyo de tus seres queridos.
Se también que
tú no eres perfecto, nadie lo es. Y sin embargo, millones de circunstancias se
han reunido para que existas. Fuiste formado a partir de un diseño maravilloso
y compartes con toda la humanidad sus virtudes y defectos. Así está escrito en
tus genes, en los genes de todos los seres humanos que han existido y en todos
los que existirán.
Tus pasiones,
tus miedos, tus heridas, tus debilidades, tus secretos y tu agresión, los
compartes con todos tus hermanos.
¡Bienvenido a
la raza humana!
Esos supuestos
defectos son parte de tu libertad, parte de tu humanidad.
Si te preguntas…
¿Quién soy yo
para decirte todo esto?
Te contestaré
que no soy nadie, simplemente una versión diferente de lo que tú eres.
Otro ser
humano más entre miles de millones, pero uno que ha decidido ser libre y
recuperar todo el poder de su vida…
Espero que tú
también decidas hacerlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)