martes, 25 de septiembre de 2012
La montaña sagrada.
Nube Roja, el famoso jefe de la tribu, llamó un día ante sí a sus tres hijos.
Se estaba haciendo viejo y tenía que elegir a su sucesor. Una tribu no puede tener tres jefes. Si algo le pasara, uno de ellos debería ser el que lo sucediera y era su responsabilidad decidir quien.
-Hijos míos- les dijo cuando se presentaron ante él-, os he pedido que vengáis para elegir entre vosotros a mi sucesor. Para poder hacer la mejor elección, he decidido poneros una prueba. Se trata de escalar la Montaña Sagrada, la gran roca, la que nadie ha conseguido derrotar aún. El que primero lo logre será el elegido.
El desafio quedó establecido y lo hijos aceptaron el reto de su padre, más por el respeto que por ambición.
Una semana después, en el día de la Luna nueva, la noche de los mejores auspicios, los tres jóvenes empezaron a escalar con muchas ganas y con una ilusión de vencer a la montaña.
Pero uno primero y otros después, los tres regresaron derrotados.
La subida era imposible. Uno a uno, los jóvenes se presentaron ante su padre para admitir su fracaso.
Frente al tercero, el jefe dejó escapar su decepción:
-Veo que la Montaña Sagrada también ha podido contigo...
-Sí y lo siento, padre, pero es la verdad. Por el momento La Roca me ha vencido...
-¿Por el momento? Deduzco que estuviste muy cerca de conseguirlo. ¿Es así? - preguntó el cacique.
-No... ni siquiera llegué a la mitad de su ladera- dijo el que sería más tarde el jefe de la tribu-, pero sé que ella ya alcanzó su tamaño final y yo... todavía estoy creciendo.
Moraleja: Muchas veces si no podemos lograr o realizar algo, solo hay que esperar tiempo, no quiere decir que nos estemos rindiendo, sino que hay que esperar un tiempo para crecer, no solo físicamente, sino también espiritualmente.
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