miércoles, 5 de septiembre de 2012
Perder el miedo.
Cuando el viajero tenía diez años, su madre lo obligó a hacer un curso de educación física.
Uno de los ejercicios consistía en saltar de un puente de agua. Se moría de miedo. Se quedaba en el último lugar de la cola, y sufría cada vez que uno de los otros niños saltaba delante de él, porque en breve llegaría el momento de su salto. Un día, el profesor, al ver su miedo, lo obligó a saltar el primero.
Tuvo el mismo miedo, pero pasó tan rápido que empezó a tener coraje.
Dice el maestro:
Muchas veces hay que darle tiempo al tiempo. Otras veces, hay que remangarse y resolver la situación. En este caso, no existe peor cosa que retrasarlo.
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